martes, marzo 11, 2025
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La agricultura se sigue utilizando como moneda de cambio en los acuerdos de libre comercio de la UE

 

“La Visión de la Agricultura y la Alimentación para 2040”, presentada hoy por el Comisario Hansen, es una declaración de buenas intenciones que se queda coja en las principales amenazas: obvia la uberización del campo y el creciente apetito de los fondos buitre por las mejores tierras de regadío del sur de Europa y no hace referencia a la destrucción del tejido productivo local en base a la competencia desleal de los acuerdos de libre comercio de la UE con terceros países, caso de Marruecos o Mercosur.

  • Valoramos la voluntad de que los precios pagados a los agricultores se sitúen por encima de los costes de producción y el vital impulso a la incorporación de jóvenes, pero, para que sea una realidad, debería estar acompañado de actuaciones concretas y valientes en el ámbito de la política comercial europea y la cadena de valor del campo a la mesa. “De lo contrario, se quedará en un brindis al sol”.

 La Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) considera que” la Visión de la Agricultura y Alimentación para 2040” presentada hoy por el Comisario de Agricultura europeo, Christophe Hansen, es una declaración de buenas intenciones plagada de serias contradicciones, que obvia dos grandes amenazas para los agricultores y ganaderos españoles y europeos:

  1. El proceso de uberización del campo. La producción agraria actual se está viendo alterada de forma radical por una serie de motores ajenos que pueden desembocar en la desaparición del modelo social y profesional de agricultura. Comienzan a verse procesos de integración en toda la cadena, tendentes hacia el oligopolio, desde los proveedores de insumos, pasando por la producción hasta la comercialización que llega al consumidor. “·En esta situación de integración, los agricultores nos podemos ver inmersos en el proceso de alineación de intereses de la cadena y convertidos en meros maquileros, con riesgo además de ser automatizados y sustituidos por robótica”, ha subrayado Miguel Padilla, Secretario General de COAG, a lo que ha añadido: “las administraciones deben aclararse y dejar de decir una cosa y mientras poner la alfombra roja a las grandes corporaciones multinacionales y a los fondos buitres que están acaparando las mejores tierras de regadío del sur de Europa. No se puede abordar el reto del relevo generacional y la incorporación de jóvenes sin tener en cuenta este fenómeno”.
  2. Agricultura como moneda de cambio en los acuerdos de libre comercio de la UE con terceros países. La competencia desleal de las importaciones sin control está destruyendo el tejido productivo local, expulsando a los pequeñas y medianos agricultores. “El acuerdo con Marruecos ha provocado la desaparición del cultivo de la judía verde en España y en el tomate Cherry vamos por el mismo camino. Ahora, con Mercosur, el vacuno de carne, los cítricos o la miel, ven amenazada su rentabilidad”, ha recordado Padilla. En este sentido, el secretario general de COAG ha argumentado que los objetivos y la Visión de la Agricultura planteada por la Comisión Europea nos resultan poco creíbles si no hay un giro en la política de acuerdos comerciales comunitaria. “No basta con reconocer que los agricultores necesitan precios rentables, tal y como recoge el texto presentado. Hay que protegerlos de una competencia desleal que los aboca a vender por debajo de costes de producción”, ha apostillado el responsable de COAG.

En este contexto, COAG reivindica y exige tres líneas básicas de actuación:

  1. Unos precios justos y unas rentas dignas para los hombres y mujeres del campo. En caso contrario no hay sostenibilidad. Para ello han de abordarse el reequilibrio de la cadena de valor y la competencia desleal de terceros países, no únicamente el mejor reparto de las ayudas de la PAC. Igualmente, será fundamental contar con mecanismos de gestión y regulación de mercado que afronten las situaciones de crisis, bien dotados y financiados al margen de las ayudas directas.  Asimismo, habría que recuperar el principio de preferencia comunitaria y soberanía alimentaria frente a las importaciones sin control que no cumplen las normas comunitarias.

Tenemos que exigir que todos los productos que entren de terceros países se equiparen a los estándares de producción de la UE, tanto a normativas de bienestar animal, regulaciones de fitosanitarios, normativas medioambientales (nitrógenos ganadería) obligaciones laborales, etc.

  1. Disponer de un período de adaptación para asumir los importantes cambios que se producirán, con un apoyo importante tanto en ayudas como en inversiones, formación y asesoramiento al margen del presupuesto de la PAC.  La propia Comisión Europea calcula que se necesitarían alrededor de 62.000 millones de euros para cerrar la brecha de inversión en el sector agrícola y hacer realidad sus transiciones digital, ecológica y energética. “Los agricultores y ganaderos queremos ser los protagonistas de la lucha contra el cambio climático y liderar el compromiso por un modelo agroalimentario sostenible, pero todo el esfuerzo no puede recaer única y exclusivamente sobre nuestras espaldas”.
  2. Un abanico de actuaciones en lo que concierne a los costes de producción, cuya tendencia al alza ha reducido la rentabilidad del sector los últimos lustros. En este aspecto es imprescindible apoyar inversiones para reducir la dependencia energética de las explotaciones agrarias y favorecer el uso de energías renovables y también para avanzar en la transformación digital de las explotaciones agrarias. La transformación digital es un gran reto para el sector agrario, con grandes oportunidades, pero también riesgos y amenazas para nuestro modelo de agricultura y alimentación, que en última instancia puede provocar una fuerte reconversión. En COAG tenemos claro que, cuando hablamos de transformación digital, hablamos de situar al agricultor/a en el centro del proceso y convertirlo en protagonista del mismo. Para ello es imprescindible garantizar un uso democrático y social de las nuevas tecnologías, adaptado a diversos factores y condicionantes propios de cada explotación agraria.
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